Insomnio


Y por las noches,


un gato negro de la mala suerte
Imprime sus patas en mi negro coche.
Las persianas bajan con más prisa que por las mañanas suben.

Por las noches se apagan las luces,
Pero mis sueños no se encienden.

En la calle el gato llora, la vecina asa sardinas,
Y dos adolescentes se quieren morder.
Maldita conciencia de yogures caducados y plantas sedientas,
Impertinente agenda electrónica que todo lo procesa.

Acaso esta noche duerma sedada por la tele basura,
Por las marionetas drogadas que brincan y gritan,
Por los peleles de timbradas y sensuales voces,
Que todo lo tienen.

Acaso esta noche duerma algo,
O una tormenta anuncie el fin del verano

Por las noches se apagan las luces,
Pero mis sueños no se encienden




"Gato Negro"

Editorial Alebrijes

Argentina 2007

Reservados todos los derechos

Princesa de Piernas Cortas






Ojeras profundas visten tu cara.
Grácil princesa de piernas cortas
y trenzas largas,
lágrimas verdes
y otras rarezas,
que sólo tú, carita de filipina, soportas.

Te observo en el descanso
chupando el pitillo
y bailoteo en tus oes
de humo vagabundo.

Una hoja verde
descansa en tu remanso.
Ríes y yo río,
y, entre pitillo y pitillo, yo charlo contigo,
princesa de trenzas largas
y de tiempos perdidos
junto al río.

En el frío recreo, de gris cemento,
cantas.
Y corres,
abanico de colores,
con tu falda de cuadros escoceses,
grises, verdes y amarillos;
con tus calcetines blancos
y tu jersey azul.
Y también –aunque lo disimules-
te veo hacer pucheros
con tus carrillos rosas
y tus ojitos chinos.

Pucheros de lágrimas y angostura
para una dama de rara alma
y corazón sin costura.
Pucheros de pétalos de amargura.

Mamá ya no estaba.
No te vio echar los primeros dientes
aunque ratones no te faltaron.
Ratones blancos, ratones grises.
Locos ratones
escalando incesantes por tu noria.
Trepadores melancólicos
en tu frágil memoria.

A tu corazón,
tierno como un queso,
no le faltaron bigotes.
Ni abuelos, ni abuelas,
ni tíos, ni tías.

En la puerta no estaba.
Y sonó la sirena.
Contaste una, dos, tres, cuatro y...
Cinco mamás.
Y no contaste más
porque más no contabas.
Y pronto aprendiste a restar.

Y restaste a mamá,
para nunca llorar.

Tu mochila rosa de piedras se llenó
porque tus piernas cortas no andaban
y tu rodilla herida sangraba.

Ella no estaba.

No soltó tus trenzas de india de la luna,
de rubia amazona sobre blanco poni.
No mesó tu cabello, de trigo maduro,
suicidado junto al río.
Ni estiró los calcetines,
blancos de ganchillo,
enrollados en tus zapatos rosas
de princesa linda,
de reina de la hojarasca,
de hechicera de promesas,
en lágrimas verdes convertidas.

Y tu abuela lloraba
y lloraba.

Pero tú, princesa de trenzas largas
y ojeras profundas,
mirabas el río.

Solo mirabas el río

¿A dónde va el río?, abuela.
El río no va,
el río viene de las montañas.

¿Y no va a ningún sitio?, abuela.



Ella no estaba,
en tus fotos de pimpollo blanco,
teñido de amapolas rotas,
y rosario pulido.

Grácil princesa de piernas cortas
y trenzas largas,
hoy tu luna está menguada,
y el pitillo va y viene nervioso,
del cenicero a tu mano
y de la mano a tus labios
y las palabras se enredan
con el humo endiablado
de tu pitillo rubio.

Hoja verde
en las mansas aguas del río que no va,
donde la niña rubia de trenzas largas
moja sus pies.



Reservados todos los derechos

2.004

Tatuaje de Azúcar

A tientas,
y a tontas,
anduve haciendo piruetas.
Y tanto me balanceé,
que desperté colgada en tu cuello.

Dejé que libaras mis sentimientos
y te complaciste en ello.
Lametazos por mi cuello:
tu mi oso,
yo tu miel

Me arrollaste
y nos enrollamos.
Nos perdimos,
y ya nunca nos encontramos...

Y en la madriguera:
Tus pensamientos tatuados en la noche.



Novena Antología Poesía Hispanoamericana
Ediciones Lord Byron. España


Reservados todos los Derechos.

Memento





No hay remordimiento.
No lo hay.

Dulce y blando movimiento tierno.
Brillos y destellos.
-Tápate los ojos, súbete el embozo-

No es momento.
No lo es.

Divertimento bobo de aburridas almas sin lamento.
Sentimiento falso,
alquimia etílica de colores,
de largos amaneceres.
Calendario raro,
hojas secas sin testamento.

No hay sentimiento,
No lo hay.


Novena Antología de Poesía Hispanoamericana.


Ediciones Lord Byron. España


Reservados Todos los Derechos




Silencio Oportuno

A veces.
a veces
a
veces.
v
e
c
e
s
A veces,
empiezo a hablar
y no paro.


Hablo y hablo sin parar.
Como una loca oscilante hablo y hablo.
Hablo alto,
fuerte y claro.

A veces,
hablo y hablo para no escucharme,
para no encontrarme.

A veces,
por el momento a veces.












2007 Inédito



Reservados todos los derechos

Ojo que te ve, poeta que sufre













Fotografía D. Gil Ripoll 2.007


La mirada ingenua
que siempre muerde amargo.


La mirada crítica
de alma maldita, que quisiera ser miope
y renunciar a gafas.

La mirada aviesa que se enamora de legañas.

Ojo que te ve,
mirada acomodada en rostro ojeroso.


Poeta que sufre.



2007 Poema inédito


Reservado todos los derechos

Cielo Raso





Todavía duermen arropados por el cielo raso. Caracoles con manos de estropajo y labios que saben a rancio, babosas con cuello de terciopelo y besos de satén rojo. Roedores de luna llena
y rumiantes de cuartos menguantes.

Duermen, todavía, sedados por el olor a sándalo. -Narices embriagadas de vainilla y ambarina-. Mediodía de tu vida y cielo raso en tu techo. Mecedora de caramelo y saetas de golosina que nunca te despiertan, suspiros de estrellas muertas arrancados de las horas, muertas también. Son pobladores de la noche, sopladores de la buena suerte que vienen para llevarte, son décimos de lotería no premiados, deseos arrancados; cupidos de extraña forma. Son arqueros de flechas quebradas, estrategas sin estrategia. Caminantes sin meta que Todavía duermen arropados por el cielo raso.

"Crucigrama de amapolas" puede leerse en: http://www.publicatuslibros.com/biblioteca/libro/crucigramas-de-amapolas-completo/
2007. Reservados todos los derechos.

Corazón de amapola



Tienes manos
teñidas de amapola.
Frías manos
de tristes palabras pobladas
donde los silencios verdes
de hiedra perezosa
se enredan
por tus dedos largos.

Estiras de la colcha
y la colcha va
y viene.
Primero a tu lado
luego al mío,
y la colcha de azules es mar
y el embozo:
Caracola soprano
que trae olas muertas
a nuestros labios secos.

Veo tus manos
teñidas de amapola
y a mi corazón licuado
haciendo surf
en la cresta de la ola.

Tener Nada

A veces
tengo nada
y eso es mucho más
que tener algo.
Hay días
que sólo a mí me tengo
y no me tengo ni en pie.

Y no busco,
porque si rebusco
de lo que encuentro
me asusto.



"Crucigrama de Amapolas "
publicatuslibros.com
2007
Reservados todos los derechos

Vodevil

Vodevil de puertas
que se abren y se cierran.
Cascabeles de gatos desorientados.
Luna de sonrisa enlatada,
que te silba y te despierta.

Son más de las doce y tú sin llamar.

Montañas de galletas,
Barcos que naufragan
en mi tazón de leche mareada.

Excusas mordidas,
Mala leche para desayunar...

Y esta noche vuelta a empezar:

Vodevil de puertas,
que se abren y se cierran.
Galletas en soledad.



Reservados todos los derechos

Permiso de armas caducado

Disfrazada con rulos fucsias
y corta bata acolchada, de lilas apagadas y mustio verde,
recorre los pasillos de la casa.

Disfrazada de buenas palabras
y armada hasta los dientes
estrangulas al músculo rojo,
rapero de sentimientos aniquilados
y volteas al fofo calendario,
suspendido entre el ayer
y el mañana.

Media vuelta de rizos atrevidos,
corbatas de corales y flores de espuma de mar.
Media vuelta a los arrabales
donde el café humeante te espera en la cocina
Y también la costumbre
que, aunque armada hasta los dientes,vive sorda de palabras.

Crucigrama en lata de sardinas

La brevedad de una lata de sardinas
es el roto silencio del descanso del guerrero.
El plato frío
con las sardinas muertas
que nada dicen.






Dicen que no hay nada que decir
y nada dicen.

Montones de crucigramas vacíos de palabras
alborotan por los rincones del salón,
-de macetas muertas lleno-.
Mudos mapas de palabras bobas
que nada dicen.

Dicen que no hay nada que decir
y nada dicen.

Y nada dice el guerrero,
nada sus frías manos,
nada sus tristes ojos.








Reservados todos los derechos

Edic. Lord Byron España 2006

Comunícate

Después del primer encuentro, sintió como si el mundo fuera más grande. Manuela dudaba sí lo había tocado o alcanzado. El mundo a mis pies, se decía una y otra vez. Tal era el regocijo que sentía que por un momento quiso creer que toda la felicidad se la debía a un cuarzo de alma que le habían traído de Afganistán y que, según le habían contado, colocado primero en la mano del corazón y luego en la derecha, preñaba de ilusiones a la persona que lo poseía. Manuela así lo hizo. Pasó un día, otro, incluso una semana. Pero todo seguía igual... Bueno, todo no: casi todo. Sus ojos eran dos mariposas, que revoloteaban por el cielo de sus mejillas, y sus labios dos alas, que Manuela agitaba con ternura. Era el rostro de la espera, que aun tardaría dos semanas en desdibujarse.

Apareció como siempre lo hacen las cosas buenas: de repente. Llegó a ella cuando sus labios alados habían enmudecido, ahogados de tanto suspirar. Se asomó, tímidamente, por la pantalla del televisor y Manuela quiso tenerlo.

Hace un minuto ha vuelto a sonar la melodía de su amor. Debajo del volumen número tres de sus oposiciones le estaba esperando y ella, ilusionada, se ha abalanzado sobre él. Era Marta desde el aeropuerto. Manuela, apoyada en el quicio de la ventana, no deja de pensar en la suerte de su amiga, de viaje de novios en Roma. Manuela coge aire a pleno pulmón y lo expulsa en el cristal. Después, con su dedo, escribe sobre el vaho: Roma. Es genial, piensa, si lo leo al revés, Roma se convierte en amoR.

Manuela baja la persiana y regresa a su mesa de trabajo, donde, iluminada por el flexo, relee con atención el segundo capítulo del Quijote.

- Es curioso, dice Manuela mirándole tiernamente, tan solo hace un mes que entraste en mi vida y ya no puedo vivir sin ti.

Su teléfono móvil no le contesta.




"Quinientos Enamorados"
Egido Editorial
Zaragoza
año 2.000

Reservados todos los derechos

Pájaro que no pía





Las mañanas

me arrugan



cuando te hago la cama

y te aliso la almohada.


Cobarde chacha de amor,

que en tu ausencia baila caprichosa
en tu camisa de franela




Coqueta enamorada

que presumida ahueca el delantal
y busca tu reflejo
en la tapa de la cacerola,
donde mima las lentejas..


de la suerte...



De la que nunca tuvo.





Las noches me encienden

cuando deshaces la cama.





Y soy tu modistilla

y te coso una corbata de besos,
para que cometas excesos




Lindo pájaro azul que se posa en la noche.

Enigmático ser alado
que centellea en la noche...

La que nunca vivimos.





Editorial Nuevo Ser
a.2.004 Argentina

Reservados todos los derechos