A la venta "La historia más curiosa"...

Ya puedes encontrar en todas las librerías mi nuevo ensayo titulado "La historia más curiosa" publicado por Aguilar.
Un libro que recoge los episodios más peculiares, insólitos y truculentos que no aparecen en los libros de historia habituales. Muertes inauditas, batallas surrealistas, asesinos despiadados, espías históricos.. Un apasionante mundo curioso desfilará a través de las páginas de este libro.


A continuación te paso un resumen de lo más importante para que vayas abriendo boca...

CAP.1 MUERTES HISTÓRICAS

Encontraremos las muertes más extravagantes que ha dado la historia, por ejemplo, la muerte de Franz Reichelt...

MUERTO POR CREERSE UN PÁJARO

Franz Reichelt fue un conocido y prestigioso sastre austriaco. Su residencia y el taller donde trabajaba estaban en la bulliciosa ciudad de París. Reichelt compartía su afición por las telas con otra algo más curiosa: ¡la aeronáutica!
Este sastre ideó basándose en algunos diseños de Leonardo da Vinci una especie de traje-paracaídas, algo parecido a una capa y que según él le permitiría simular el vuelo de un murciélago.


Este peculiar personaje probó su diseño con un muñeco que lanzó desde la Torre Eiffeil. Aunque el sastre pudo comprobar que el maniquí se estampó contra el suelo prefirió argumentar que el muñeco había caído en picado por no haber podido abrir los brazos durante el descenso.
Poco tiempo después y obsesionado con que su diseño funcionaba, decidió probarlo él mismo. Las autoridades de la Torre Eiffel, desde donde pretendía lanzarse, le concedieron el permiso con la condición de que la Policía autorizase aquella locura. En un principio las autoridades se negaron a autorizar aquel acto suicida pero finalmente Reichelt lo consiguió tras firmar un documento donde se responsabilizaba de todos sus actos y liberaba al resto de posibles actuaciones legales.


El 4 de febrero de 1912 fue el día elegido por Franz para llevar a cabo la prueba definitiva. Escalón a escalón subió a lo más alto de la torre cargado con su pesado equipo. Un gran número de curiosos y periodistas observaban desde abajo incrédulos y expectantes. Franz Reichelt no se lo pensó mucho. Se situó en el borde de una de las barandillas y se lanzó al vacío.
A pesar de abrir todo lo que pudo los brazos se precipitó en picado y se estrelló violentamente contra el suelo ante la mirada estupefacta de decenas de personas que pudieron comprobar que efectivamente su diseño no funcionaba.

CAP.2 LEYENDAS URBANAS DE LA HISTORIA

Muchas de las historias que a lo largo de los años hemos pensado que eran verdaderas y no lo eran tanto...

LOS PIELES ROJAS NO INVENTARON "EL CORTAR CABELLERAS"


Aunque así se han encargado de mostrárnoslos en las películas americanas, donde se les veía atemorizar a los colonos blancos,asesinarlos y después arrancarles la cabellera. Curiosamente esta práctica la copiaron de sus enemigos, ya que el ejército francés exigía una prueba a sus mercenarios para poder pagarles sus
«botines». De este modo por cada cabellera de un indio muerto que entregaban
se les pagaba una recompensa. Los pieles rojas lo único que hicieron es copiar esta terrible práctica.


GEORGE WASHINGTON NO FUE EL PRIMER PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS DE AMÉRICA


¿Sorprendido? En teoría sí sería George Washington (1732-1799) el primer presidente de Estados Unidos aunque prácticamente se le podría adjudicar este honor a Peyton Randolph, que presidió el Congreso Continental, algo así como un gobierno provisional que agrupaba las trece colonias que formaban la Norteamérica británica y que más tarde se convirtieron en los Estados Unidos de América.
Tras la dimisión de Peyton Randolph ocho personas más serían nombrados presidentes
en funciones hasta que en el año 1789 se aprobó la Constitución americana y se llevaron a cabo las primeras elecciones que llevarían a George Washington hasta la presidencia el 4 de marzo de 1789.

CAP.3 LOS MALOS DE LA HISTORIA

Un paseo por este capítulo puede resultar escalofriante. Es impresionante conocer cuánta «maldad» y cuántos «malos» ha habido a lo largo de la historia. Es posible que se quede corto y seguramente usted conozca a un buen número de asesinos y «malos» de la historia. Aquí hemos querido mostrar los que nos han resultado más
curiosos y con vidas más sorprendentes.

GILLES DE RAIS, EL ARISTÓCRATA ASESINO



En realidad se llamaba Gilles de Montmorency-Laval (1404-1440)y ocupa un lugar importante en la historia, aparte de por su brutalidad y por ser uno de los personajes más crueles, por haber luchado junto a Juana de Arco en la guerra de los Cien Años.
Cometió su primer asesinato a los 15 años después de proponer un duelo a machete a uno de sus mejores amigos, Antoin. La pelea se le escapó de las manos y terminó asestando un machetazo en el cuello a su compañero. Lejos de ayudarlo comenzó a observar cómo su amigo se desangraba disfrutando con lo que veía. Gilles no fue condenado por aquel hecho. Gracias a su posición social pudieron esconder el altercado como un accidente entre niños, de este modo consiguieron que el suceso no alcanzara relevancia.
Gilles continuó creciendo mientras leía todo lo escrito sobre los emperadores romanos. Disfrutaba con las macabras historias de aquellos malvados personajes a los que se les permitía poder manipular a su antojo todo lo que les apeteciera y sin que sus actos pudieran ser juzgados. Su mente calenturienta disfrutaba cuando leía sobre las orgías y las bacanales que realizaban personajes como Nerón o Calígula.
Supo canalizar aquella agresividad que manifestaba a través del ejército.

Su abuelo lo ayudó para que sirviera a las órdenes de Juan V (el duque de Bretaña) y allí destacó como un soldado con una valentía admirable. Parecía como si se transformase en el campo de batalla, donde peleaba como poseído por el mismo demonio, repartiendo sablazos a diestro y siniestro y aumentando a velocidades increíbles la lista de enemigos que caían descuartizados bajo su espada.

Tras su merecida fama de gran batallador pasó a combatir contra los ingleses defendiendo a Carlos VII y sumando cadáveres a su larga lista. Finalmente en 1429 conoció a Juana de Arco, de la que quedaría prendado, no se sabe muy bien si por las revelaciones divinas que recibía o por su belleza, el caso es que se convirtió en su escolta protegiéndola en cada batalla. Fueron tantos los éxitos militares que consiguió que con 25 años ya fue proclamado mariscal de Francia, lo que le aportó una gran fortuna y estatus social.
Todo esto se derrumbó cuando capturaron a Juana de Arco y tras condenarla a muerte la quemaron en la hoguera. Su frustración aumentó porque se quedó a tan sólo veinticinco kilómetros del lugar donde se celebraba la ejecución. Gilles había conseguido reclutar a un grupo numeroso de mercenarios y acudía a salvar a su heroína.

Tras la muerte de Juana, Gilles se quedó sin líder a quien seguir y comenzaron a aflorar sus instintos más siniestros. Despojaron al joven mariscal de su título y humillado se retiró a sus posesiones en la Bretaña francesa. La muerte de Juana supuso una gran pérdida para Gilles, a la que tuvo que sumar la de su admirado abuelo. Estas dos defunciones tan recientes y la apatía de no encontrarse en el campo de batalla provocaron que se agravara su locura y que se dedicara, al igual que los protagonistas de los libros que tanto había admirado, a las fiestas, a los banquetes y al derroche.
Su larga barba negra con tintes azulados fue suficiente para que se creara el mito del famoso Barba Azul. En toda la comarca comenzaron a hacerse famosos los festejos
que organizaba y que casi siempre se convertían en espectáculos bochornosos que rozaban la locura: contrataba voces especializadas en gregoriano a los que obligaba a cantar sin interrupción hasta que emocionado entraba en éxtasis. Compraba órganos, contrató monjes, soldados, actores, construyó autómatas... Realizó obras de teatro en las que hacía participar a centenares de actores ataviados con los mejores vestuarios y amparados por los más lujosos decorados...
Dilapidó toda la fortuna que había conseguido a lo largo de los años en poco tiempo. La ruina finalmente llegó hasta sus arcas. Desesperado por encontrar alguna solución fácil para conseguir dinero, buceó en el esoterismo y concretamente en la alquimia. Estaba obsesionado por que algún día conseguiría descubrir la piedra filosofal, la manera más fácil de crear el oro suficiente para sanear sus cuentas. En torno a él comenzaron a ser frecuentes numerosas brujas, hechiceros, alquimistas,nigromantes... que se aprovechaban de lo poco que tenía y que lo obsesionaban con la idea de que el demonio lo rondaba y que la única solución para complacerlo era realizar sacrificios
con sangre de niños. Gilles no puso mucha resistencia a que se realizaran estas macabras ofrendas; es más, su sed de violencia lo llevaba a disfrutar con cada asesinato de un pequeño. Pronto sus servidores comenzaron a deambular por pueblos y comarcas enteras secuestrando niños para el sangriento mariscal. En pocos años se contabilizaron más de mil niños desaparecidos en la zona. Su locura comenzaba al caer la noche. Al escaparse los últimos rayos de sol se transformaba y comenzaba a torturar y a vejar a los pequeños, luego los violaba y los asesinaba de la forma más
salvaje. A algunos les arrancaba de un bocado la yugular, a otros los abría en canal y los violaba con sus vísceras al aire. Disfrutaba especialmente viendo la sangre de los pequeños manar a borbotones, a veces arrancaba las pequeñas cabezas de los niños y tras ensartarlas en picas las exhibía para elegir el rostro más bello. Al amanecer deambulaba como poseído por los alrededores de su castillo arrepentido de las sangrientas barbaridades cometidas que se volverían a repetir al caer la noche. Estas atrocidades continuaron durante ocho años.
Finalmente Gilles de Rais fue detenido tras una investigación abierta por el obispo de Nantes intentando descubrir el motivo de tantas desapariciones de pequeños. Un guardia detuvo al mariscal y a sus secuaces, los encerraron y comenzaron a juzgarlos (de lo que existe una completa documentación). En los juicios Gilles de Rais dio una vez muestra de su locura al insultar a todos los presentes y mofarse de sus preguntas. Aunque un día, avergonzado, comenzó a declarar y a explicar todos los crímenes que había cometido ante la perplejidad del tribunal y del público presente que no salían de su asombro. Relató los cientos de violaciones, las torturas, cómo colgaba a los pequeños de ganchos o incluso cómo se bebía su sangre. Aseguró que disfrutaba de sus actos y que había escrito un libro demoniaco utilizando como tinta la sangre de los niños. Fue tanto el horror que provocaban sus palabras que un clérigo avergonzado tapó el crucifijo que portaba.
El tribunal lo condenó por asesinato, sodomía y herejía. Su muerte se produjo el 26 de octubre de 1440. Gilles de Rais fue decapitado junto a dos de sus secuaces sin haber aceptado la gracia real que se le había concedido. Sus restos fueron enterrados en la iglesia de las carmelitas de Nantes.

CAP.4 BATALLAS E HISTORIAS MILITARES

Determinar el inicio de la carga bélica en nuestra humanidad es relativamente sencillo: ¡desde siempre! Desde que el hombre es hombre se ha dedicado a batallar y a defender su territorio. Al principio de manera rudimentaria: un buen tronco de árbol era suficiente para mantener a raya a las tribus rivales. Más adelante
elaborando las primeras lanzas o hachas de piedra y hoy en día... ¡qué decir!
Los ejércitos son los que más presupuesto destinan para desarrollar nuevas tecnologías que puedan ayudar a derrotar al enemigo. Ésta es la razón principal de que existan centenares de anécdotas y curiosidades relacionadas con el mal llamado «arte de la guerra».


EL BATALLÓN FANTASMA

Esta curiosa historia tuvo lugar durante la batalla de los Dardanelos o de Gallípoli en marzo de 1915, donde franceses y británicos unieron sus fuerzas para conquistar la capital de la antigua Constantinopla, hoy en día Estambul. Pero no resultó una buena idea.
El desembarco fue un fracaso debido a que el ejército otomano resistió el asedio gracias a sus francotiradores, que hicieron un gran número de bajas enemigas. Finalmente la batalla sumó cerca de un millón de bajas en ambos bandos. Sin embargo, en esta ocasión no nos vamos a fijar en el aspecto militar sino en un hecho curioso que durante algún tiempo mantuvo con esperanzas a las familias de todo un batallón inglés desaparecido.


La acción se desarrolló el 21 de agosto de 1915 en plena guerra entre los aliados y los turcos en la península de Gallípoli. Hasta allí se desplazó el 5º Regimiento de Norfolk con el objetivo de apoyar a las tropas Ansac (compuesto por australianos y neozelandeses) en la toma de la denominada «cota 60». El Regimiento estaba constituido por unos mil soldados aunque solamente doscientos cincuenta habían conseguido aproximarse hacia las posiciones enemigas. Según relataron algunos testigos presenciales, el fuego era muy intenso en aquel momento.
Cuando el batallón avanzó en plena ofensiva, comenzaron a ser rodeados por una espesa niebla que hizo que se perdiera el contacto visual con aquellos valerosos hombres. Muchos de los que observaban en la lejanía el avance quedaron sorprendidos cuando la espesa niebla comenzó a desaparecer de aquella lejana zona del campo de batalla. Cuando la claridad regresó, comprobaron extrañados que no quedaba ningún hombre de aquel intrépido regimiento. Daba la impresión de que se habían difuminado a la vez que la densa niebla.

Terminada la sangrienta contienda, el Gobierno inglés comenzó a investigar el paradero de los fallecidos en aquellos lejanos parajes. Se habló de que habían aparecido algunos cadáveres con la chapa que identificaba al batallón de Norfolk aunque finalmente un documental emitido por la BBC en 1991 titulado Todos los hombres del Rey aclaró todo lo sucedido aquel terrible día.
Aquellos valerosos hombres llegaron hasta las líneas enemigas y allí lucharon, cuerpo a cuerpo, contra las numerosas tropas turcas. No quedó ningún integrante de aquel batallón con vida. Los soldados turcos dispararon y pasaron «a bayoneta» a todos los caídos en aquel enfrentamiento.

Ése fue el final de un batallón y de un enigma al que la historia había bautizado como el Batallón Fantasma.

CAP.5 HISTORIAS DE LA IGLESIA

Mucho ha cambiado la Iglesia desde los tiempos de san Pedro hasta nuestros días. En tan sólo unas cuantas decenas de años pasaron de estar perseguidos y obligados a vivir en clandestinidad a ser los implacables acosadores de todos los que no tuvieran sus mismas creencias.
Han ostentado el poder absoluto y sus arcas están repletas de tesoros, secretos, joyas. En la actualidad continúan amparados por millones de fieles capaces de perdonar toda su historia pasada. En este capítulo abordamos un montón de historias curiosas de la Iglesia.

UNA MOMIA DE PAPA... ¡EN EL BANQUILLO!

Y esa momia juzgada era la del papa Formoso (aunque se desconoce la fecha de su nacimiento, se sabe que murió el 4 de abril de 896). Formoso fue el Papa número 111 de la Iglesia católica, que gobernó desde 891 hasta 896.
Todo este revuelo se organizó después de que el papa Formoso coronara a Arnulfo de Baviera como emperador del Sacro Imperio en lugar de a Lamberto de Spoleto, que también reclamaba el mismo derecho. Tiempo después Lamberto tomó el control de
Roma y se erigió emperador a la vez que apoyaba a Bonifacio VI para suceder al papa Formoso fallecido.
Éste, agradecido, organizó lo que se denominaría el «Concilio cadavérico», sacando de su mortaja a su antecesor y ordenando que fuera juzgado. Los cargos contra el Papa fallecido eran tan peregrinos como, por ejemplo, haber abandonado una diócesis por otra.
El concilio se celebró en la basílica Constantiniana y para tan magna ocasión se vistió a la momia, o más bien a lo que quedaba de ella, con los ornamentos papales y se la acomodó en el trono para que «siguiera atentamente» todo el proceso.


La «mortaja» no se pudo defender y se la consideró culpable de todos los cargos de los que se la acusaba. De inmediato se la despojó de sus vestiduras y sus ornamentos, se le arrancaron (de lo que quedaba de la mano) los tres dedos con los que impartía las bendiciones papales y se la enterró en un lugar secreto pero alejado de los demás pastores de la Iglesia. Tiempo después Teodoro II restituiría a Formoso como Papa y volvería a ser enterrado en la basílica de San Pedro.

Lamentablemente para la momia de Formoso el nombramiento del papa Sergio III vino a romper su tranquilidad. El nuevo Papa volvió a sentar a lo poco que quedaba de Formoso y le realizó un segundo juicio que lo consideró de nuevo, cómo no, culpable.
Los restos del papa Formoso fueron arrojados esta vez al río Tíber para que desaparecieran de la faz de la tierra, pero la suerte ayudaría a la viajera momia, que se quedó atrapada en las redes de un pescador que la protegió escondida y la devolvió a Roma tras la muerte de Sergio III . Desde entonces los restos de Formoso descansan en el Vaticano a la espera, eso sí, de que a algún otro Papa le dé por juzgarlo de nuevo y quién sabe... ¡puede incluso ganar el juicio! ¡Descanse en paz!

CAP.6 HISTORIAS REALES

En este capítulo se han recopilado las historias reales más curiosas y asombrosas, que nos darán una pequeña referencia de cómo los monarcas y los mandatarios han vivido a lo largo de la historia.

FELIPE II, EL MÁS ESOTÉRICO

Y es que el monarca Felipe II (1527-1598) tenía fascinación por conocer su futuro. En su Corte se podían encontrar magos, alquimistas, astrólogos... Fue tal la obsesión que tenía por saber lo que le depararía el destino que ordenó que le confeccionaran varias cartas astrales; entre ellas, la más famosa fue la denominada Prognosticón, encargada al médico Matías Haco. Una carta astral que el rey utilizaba como referente en su vida, aunque el tiempo juzgaría que de forma errónea, porque no fueron muchos sus aciertos.



Por ejemplo, le pronosticaron que tendría más descendientes que su padre (primer fallo) o que Granada sería su lugar de residencia(todo lo contrario, Granada y sus moriscos generaron al monarca más de un quebradero de cabeza). Aun así, el rey tomaba muy pocas decisiones importantes del reino sin consultar el Prognosticón.
Felipe II era un rey muy devoto y católico, por eso es posible que no fueran tan esotéricas las razones que lo impulsaran a rodearse de alquimistas y que más bien fueran económicas. Felipe II contrató a Tiberio della Rocca para que intentara transformar metales en oro o plata con los que poder pagar a sus ejércitos. Tras
muchos intentos el resultado no fue el deseado y las arcas del Estado quedaron notablemente mermadas.

El círculo de El Escorial.

Este insólito grupo se formó en torno a 1580 y estaba integrado por médicos, espagíricos, alquimistas, cabalistas, astrólogos, naturalistas..., humanistas muy de la época, a los que Felipe II , estando ya muy enfermo, reunió para encontrar en ellos consejo y apoyo.
Debido a su débil estado de salud y quizá intentando conseguir su recuperación, tomaron protagonismo dentro del círculo los mezcladores, encargados de fabricar todo tipo de pócimas con las que sanar al rey. Los ingredientes que supuestamente se utilizaban eran de lo más variopinto: desde cuernos de unicornio o pezuñas de
bestias hasta un gran número de piedras preciosas. Todo era seleccionado para fabricar brebajes, bálsamos y ungüentos con los que curar al monarca.

La obsesión por El Bosco

Dentro de esa faceta esotérica de Felipe II también deberíamos destacar esa extraña obsesión por adquirir todas las obras que pudiera del famoso pintor flamenco: El Bosco. En 1570 compró el cuadro bautizado como El carro de heno, que observaba durante horas. Más tarde conseguiría el famoso cuadro de El jardín de las delicias o La mesa de los pecados capitales, que lo acompañó durante los últimos momentos de su vida. Algunos estudiosos han apuntado la posibilidad de que el rey perteneciera
a alguna sociedad secreta herética.



Coleccionista de reliquias

Existen a miles y de todo tipo en el monasterio de El Escorial, la última residencia
de Felipe II . Entre la gran cantidad de santos despojos destacan algunos huesos de san Lorenzo o la cabeza de san Hermenegildo. Era tanta la devoción del monarca por los cuerpos momificados que llegó a introducir en la cama de su hijo enfermo, el príncipe Carlos, el cuerpo incorrupto del monje don Diego de Alcalá. Curiosamente
el príncipe mejoró. También consiguió una réplica exacta de la Sábana Santa de Turín, fechada en 1590 y que aún se encuentra en el monasterio.

CAP.7 LOS OLVIDADOS DE LA HISTORIA (MONSTRUOS Y ANIMALES)

Por este capítulo va a aparecer un buen número de personajes y de leyendas que nos han acompañado a lo largo de los tiempos. En algunos casos hay más mito que realidad y en otros hubiera sido mejor que no existiera la parte real en la historia.

JOSEPH MERRICK, EL HOMBRE ELEFANTE

Durante muchos años fue considerado un monstruo aunque la ciencia moderna ha dictaminado que simplemente se trataba de un enfermo que padecía una terrible dolencia, una complicada variante del llamado síndrome de Proteus (a esta conclusión se llegó tiempo después gracias a unas pruebas de ADN que se realizaron de pelos y huesos del «hombre elefante» que se conservaban en el Museo del Hospital de Londres).


La persona a la que nos referimos se llamaba Joseph Carey Merrick y nació en Inglaterra el 5 de agosto de 1862. Se hizo tristemente famoso por las horribles deformaciones que tenía en cuerpo y rostro. La incomprensión y la incultura del momento hicieron que nuestro protagonista se viera obligado a pasar la mayor parte de su vida como reclamo de un circo ambulante. Los primeros síntomas de la cruel enfermedad comenzaron a manifestarse en su cuerpo cuando solamente tenía 18 meses y se hicieron más evidentes a los 4 años, cuando su cuerpo comenzó a llenarse de bultos y sus articulaciones empezaron a deformarse. A pesar de sus problemas de movilidad su madre lo acompañaba a diario a la escuela y no descuidaba su educación aunque cuando Merrick tenía 11 años su madre murió de una bronconeumonía, lo que supuso para Joseph el comienzo de sus problemas. Su padre se volvió a casar con una viuda que tenía dos hijos. La madrastra comenzó a maltratar y humillar a Joseph, que pronto fue obligado a trabajar. Primero en una fábrica de tabaco, más tarde ayudando a su padre en la mercería, recorriendo las calles de Leicester, donde vivían con un carro cargado con los artículos de la tienda de su progenitor. En la adolescencia su cuerpo seguía deformándose. Su aspecto ya comenzaba a infundir temor y rechazo entre sus vecinos.
Joseph terminó escapando de su casa con 15 años y con sus pocas pertenencias. Para ganarse la vida continuó vendiendo artículos por las calles hasta que su tío, alertado por la precaria situación que padecía su sobrino, lo recogió en su casa durante un par de años. Los problemas de Merrick continuaron. Una gran protuberancia
le comenzó a crecer en un lateral de la cara, que le impedía hablar y comer con normalidad. Aquella malformación tenía forma de trompa de elefante (de ahí su apodo) y aunque fue operada continuó con su aspecto siniestro, hecho que lo empujó a pensar que jamás podría conseguir un empleo normal con el que ganarse la vida y así comenzó
a barajar la posibilidad de exhibirse en algún circo. Por aquellos tiempos llegó a Leicester uno de los más importantes promotores de espectáculos, Sam Torr, y Merrick se puso rápidamente en contacto con aquel hombre con el que se exhibiría
por todo el país. El bautizado como hombre elefante cambió de promotor. Esta vez su «dueño» era un empresario llamado Tom Norman y con él marchó a Londres, donde sería expuesto en un local frente al Hospital Real. Allí lograría llamar la atención de un famoso doctor especializado en enfermedades deformantes. El médico, Frederick
Treves, consiguió permiso del promotor para examinar a Merrick y lo hizo en varias ocasiones. El empresario Tom Norman no sería el último dueño del hombre elefante. Todos los lugares en los que Merrick era expuesto terminaban cerrados por considerar las autoridades que su exhibición era indecente y de suma dureza. Por este motivo, terminó siendo vendido a un promotor italiano que planeó para Joseph una gran gira por toda Europa. Comenzaron las exhibiciones en Bélgica sin sospechar que las legislaciones europeas en este tipo de materias eran más duras que
las inglesas. No había ciudad en la que durara más de dos días el espectáculo abierto. Esto hizo que Merrick fuera abandonado en Bruselas. Sin dinero y sin ayuda, estuvo vagando por las calles de la capital hasta que mendigando pudo sacar el dinero suficiente para pagarse un pasaje de la peor clase en un carguero que lo llevaría de regreso a Londres.


Al llegar a su tierra descubrió horrorizado que la gente lo increpaba y lo insultaba. Asustado y atemorizado, era incapaz de encontrar un lugar seguro donde no fuera vapuleado. Iba de tumulto en tumulto hasta que la policía terminó deteniéndolo por escándalo público. En el interrogatorio Merrick sólo consiguió decir el nombre del médico que tiempo atrás lo había examinado. Las autoridades localizaron al doctor que, conmovido, se hizo cargo de aquel pobre chaval tembloroso al que todos evitaban y al que trataban peor que a un animal salvaje. frederick Treves intentó conseguir una solución digna para la vida de Joseph. Procuró buscarle acomodo en el hospital pero fue imposible, no se aceptaban enfermos crónicos. Fue entonces cuando
al doctor se le ocurrió la idea de solicitar ayuda económica para Merrick a través de un anuncio en el periódico. La respuesta fue un éxito y pronto hubo una importante suma de dinero, la suficiente como para que a Joseph Merrick se le habilitaran dos habitaciones en el hospital londinense.

Fue la etapa más feliz de su vida. A pesar de todos los sufrimientos y de los malos tratos recibidos Merrick era una persona afable y de refinados modales y pronto se ganó las simpatías incluso de la princesa de Gales, que en alguna ocasión acudió a visitarlo. Pasó los últimos días de su corta vida entretenido con lo que más le gustaba: leyendo novelas, escribiendo y fabricando cestos de mimbre (una de sus mecenas le consiguió un maestro cestero que acudió al hospital a enseñarle). Merrick aprendió rápidamente y pasaba horas y horas entretenido en esta labor. Luego regalaba las cestas que realizaba a las personas que mejor le caían o que más
simpáticas se mostraban con él.
A los 27 años Joseph Merrick, el hombre elefante, fue encontrado muerto en su habitación la mañana del 11 de abril de 1890. La defunción pudo deberse a una lesión cervical producida por el excesivo volumen y peso de su cabeza, que no le permitía dormir acostado.
Merrick escribió en sus memorias su opinión de lo que en realidad había causado sus terribles deformaciones: «La deformidad que exhibo ahora se debe a que un elefante asustó a mi madre; ella caminaba por la calle mientras desfilaba una procesión de animales. Se juntó una enorme multitud para verlos y, desafortunadamente, empujaron a mi madre bajo las patas de un elefante. Ella se asustó mucho. Estaba embarazada de mí, y este infortunio fue la causa de mi deformidad».

CAP.8 ESPIAS HISTORICOS

Uno se los imagina sigilosos, cautos, bien preparados, de complexión atlética y dispuestos a desenvolverse en las peores situaciones, pero no siempre ha sido así. La historia del espionaje incluye una larga lista de personajes curiosos que nada tienen que ver con el perfil apuntado anteriormente.

EL ESPÍA MÁS PEQUEÑO DEL MUNDO

Era de origen francés, se apellidaba Richebourg y llegó a convertirse en uno de los espías más famosos de su época. Nuestro pequeño confidente (medía apenas 58 centímetros) nació en 1768. Desde joven trabajó como sirviente para una adinerada familia de Orleans aunque a los 21 años fue reclutado para pasar información clandestinamente por una de las facciones de la Revolución francesa. Para que el enemigo no lo descubriera utilizaba una estrategia muy particular: gracias a su pequeña estatura se rasuraba el pelo, se disfrazaba de bebé y se introducía en un carrito de niño después de haberse memorizado el mensaje en cuestión. Una anciana que también trabajaba para la causa se encargaba de pasear al «pequeño espía» a ambos lados de la frontera haciéndose pasar por una niñera que cuidaba al hijo de sus señores. La persona a la que debía llegar el mensaje solamente tenía que acercarse al carrito del bebé y escuchar al pequeño confidente. El método de disfrazar al espía de bebé también servía para recoger información. Richebourg a veces era dejado dentro de su carrito junto a guardias del Gobierno o incluso oficiales del ejército; su cuidadora, con la excusa de hacer un recado, les confiaba al «espía bebé» que agudizaba el oído e intentaba memorizar el máximo de información. Para que los oficiales enemigos no descubrieran la farsa eran avisados por la niñera de que el pequeño se encontraba muy enfermo y que era mejor no destaparlo. De esa manera conseguían que el pequeño espía no fuera descubierto.

CAP.9 CURIOSOS PERSONAJES DE LA HISTORIA

En este último capítulo van a aparecer una serie de curiosos personajes, olvidados de la historia o simplemente poco conocidos por la mayoría. Es posible que las acciones que hayan realizado hayan sido muy importantes para el momento que vivieron; sin embargo, han quedado relegados al olvido por parte de escritores e historiadores.

THOMAS BLOOD, EL LADRÓN DE LA TORRE DE LONDRES

A punto estuvo la familia real inglesa de quedarse sin sus preciados tesoros el 9 de mayo de 1671. La famosa corona y el resto de las joyas de los reyes británicos estaban custodiados en la famosa Torre de Londres.

El rey Guillermo de Normandía mandó edificarla sobre los cimientos de una antigua construcción romana en 1078. El complejo, situado junto al río Támesis, ha tenido varias utilizaciones a lo largo de su historia: de prisión a refugio, de almacén de tesoros a fortaleza o armería; sus paredes también han servido de cárcel
principalmente para prisioneros de «clase alta».

Nuestro protagonista, Thomas Blood, es famoso para los ciudadanos británicos, que lo bautizaron como el Ladrón de la Torre de Londres, y no cabe duda de que su historia es bastante curiosa. Thomas Blood fue un militar nacido en Irlanda (1618-1680) en el seno de una familia acomodada. Contrajo matrimonio a los 20 años con María Holcroft, la hija de un caballero adinerado inglés.



El coronel Blood vivió la guerra civil inglesa de 1642 de un forma muy particular, en principio apoyando a las tropas leales a Carlos I para luego abandonar y defender al bando contrario como teniente de Oliver Cromwell. Al terminar la guerra fue recompensado por sus servicios con una gran cantidad de tierras y así se convirtió en un importante terrateniente aunque al regresar Carlos II a gobernar tuvo que dejarlo todo y huir con su familia a Irlanda.

Arruinado y desesperado, decidió junto a otros perjudicados asaltar el castillo de Dublín y secuestrar a James Butler (primer duque de Ormonde) con el objetivo de usurpar el gobierno, pero el plan fue descubierto y Blood tuvo que huir a los Países Bajos. En 1670 regresó a Londres oculto tras una identidad falsa, al parecer para volver a intentar de nuevo el secuestro del duque de Ormonde.

No contento con todas estas fechorías decidió robar las joyas de la corona que se custodiaban en la famosa Torre de Londres. Allí acudió a finales de abril de 1761 acompañado de una mujer que presentó como a su esposa. Se granjeó la amistad de la persona que custodiaba la torre, Talbot Edwards, de 77 años, y comenzó a visitarlo junto a su mujer con asiduidad. Cuando ya tuvo su confianza, le pidió que le enseñara las joyas que custodiaba a él y a dos amigos íntimos. Éstos acudieron a la cita con puñales y pistolas escondidas. Thomas llevaba también camuflado un mazo. El ingenuo guardián les mostró las joyas protegidas tras una reja. En ese momento le golpearon, lo amordazaron y lo ataron de manos y pies. Los tres ladrones utilizaron unas cañas que también llevaban camufladas para robar las joyas. Blood tuvo que aplastar la corona a base de martillazos para poder disimularla entre sus ropas y uno de sus cómplices también tuvo que partir en dos una gran cruz de oro y piedras preciosas.

Mientras los forajidos abandonaban el lugar, el guardián pudo zafarse de la mordaza y gritar pidiendo ayuda. Justo en ese momento llegaba su hijo que estaba cumpliendo el servicio militar en Flandes y se enfrentó con Blood y sus hombres. Comenzaron
los disparos intentando que los fugitivos no escaparan. Aunque los ladrones consiguieron montar a caballo, no pudieron salir del recinto y fueron apresados, encerrados y las joyas, recuperadas. Thomas Blood se negó a hablar con nadie y pidió audiencia con el rey Carlos, que, sorprendido por la osadía del reo, decidió concederle su petición. El prisionero fue llevado ante el rey atado con cadenas. Al llegar el monarca le preguntó: «¿Qué ocurriría si decidiera perdonarle la vida?». A lo que Blood contestó: «Que trataría de demostrarle que lo merezco, majestad».
Nadie sabe a ciencia cierta por qué el rey decidió perdonarlo y además concederle una pensión de quinientas libras anuales. Algunos especulan con la posibilidad de que lo hiciera para evitar una nueva sublevación de Thomas Blood y de sus seguidores; otros, que el rey tenía simpatía por los canallas audaces e incluso se
llegó a especular que había sido el propio rey el que había ordenado a Blood robar las joyas para intentar sanear sus deficitarias arcas.
Una vez en libertad, su vida continuó salpicada de embustes, engaños y conflictos con varias personas. Finalmente enfermó y murió el 23 de agosto de 1680
en su casa de Westminster. Fue enterrado en el cementerio de St. Margaret’s Church. Tal era su reputación como estafador que algunas crónicas aseguran que su cuerpo fue exhumadopara que las autoridades comprobaran que era Blood el que estaba enterrado y no otro cadáver, como se llegó a sospechar.