EL DECÁLOGO DE VOLPI


Hoy he dado con un interesante artículo en El País, que recoge el decálogo impartido por Jorge Volpi en el ciber-taller de literatura desde la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. En él, Volpi habla de temas muy interesantes y sumamente útiles – por no decir imprescindibles – para un novelista. Destaco los que más me han llamado la atención:

La estructura - claramente, el armazón sobre el que se sustenta una novela. Si no está bien ensamblada, la historia se puede derrumbar en cualquier momento. Con una buena estructura, sin embargo, podemos añadir o quitar lo que queramos sin provocar la hecatombe.

La voz narrativa – Volpi defiende la primera persona y dice que el narrador omnisciente está pasado de moda. Yo en esto no soy tan drástica. Pienso que la tercera persona es tan buena como la primera a la hora de narrar, sólo hay que elegir la voz narrativa adecuada para la historia que queremos contar, porque según cual escojamos, la novela podrá ganar en intensidad o quedarnos plana. Coincido en que el narrador omnisciente del siglo XIX, ese que se metía en la cabeza de todos los personajes y lo sabía absolutamente todo, está pasado de moda. Ahora ya no es tan sabihondo ni está por encima del bien y del mal. Por eso, creo que las novelas en tercera persona aún tienen cuerda para rato.

La corrección de los textos - Totalmente de acuerdo con Volpi en que corregir una novela es depurarla de todo lo que sobra. Que suele ser un lastre sin el cual, las historias funcionan mucho mejor.

El bloqueo - Ay, ese “famoso” bloqueo que nos preocupa a todos en algún momento, porque… ¿quién no se ha quedado atascado en algún punto de su novela, sin saber si merece la pena continuar o no? Incluso con la duda de si será capaz de seguir con esa historia y con esos personajes. Volpi propone dos opciones: “optar por el descanso y la lectura, o bien intentar escribir disciplinadamente hasta que algo valga la pena en realidad”.

Generalmente, a mí me suele funcionar muy bien la segunda opción, o sea, seguir escribiendo hasta que se me pase la tontuna. A veces, cuando reviso lo que escribí durante la sequía, hasta me llevo la sorpresa de que me salió algo bueno. Y cuando no es bueno, ya sé que no me queda otra que corregir, o incluso mandar esa parte a la papelera de reciclaje y desde allí, directamente al purgatorio del ciberespacio, pero al menos, he salido del atasco. Otras veces, en cambio, interrumpo la escritura y me dedico a revisar lo que ya tengo escrito hasta que recupero el aliento. También funciona.

Sólo he comentado aquí los cuatro puntos que más me han llamado la atención. Para quien desee conocer el resto del artículo, incluyo aquí el enlace:

La estructura de un libro, según Volpi