ADIÓS A HÖLDERLIN

Ya no se dice oh rosa, ni
apenas rosa sino con vergüenza; ¿con vergüenza
a qué?, ¿a exagerar
unos pétalos, la
hermosura de unos pétalos?

Serpiente se dice en todas las lenguas, eso
es lo que se dice, serpiente
para traducir mariposa porque también la
frágil está proscrita
del paraíso. Computador
se dice con soltura en las fiestas, computador
por pensamiento.

Lira, ¿qué será
lira?, ¿hubo
alguna vez algo parecido
a una lira?, ¿una muchacha
de cinco cuerdas por ejemplo rubia, alta, ebria, levísima,
posesa de la hermosura cuya
transparencia bailaba?

Qué canto ni canto, ahora se exige otra
belleza: menos alucinación
y más droga, mucha más droga. ¿Qué es eso de
acentuar la E de Érato, o Perséfone? Aquí se trata
de otro cuarzo más coherente sin
farsa fáustica, ni
Coro de las Madres, se acabó
el coro, el ditirambo, el célebre
éxtasis, lo Otro, con
Maldoror y todo, lo sedoso y
voluptuoso del pulpo, no hay más
epifanía que el orgasmo.

Tampoco es más posible nombrar a las estrellas, vaciadas
como han sido de su fulgor, muertas,
errantes, ya sin enigma,
descifradas hasta las vísceras por los
instrumentos que vuelan de galaxia en
galaxia.

Ni es tan fácil leer en el humo lo
Desconocido; no hay Desconocido. Abrieron la
tapa del prodigio del
seso, no hay nada sino un poco
de pestilencia en el coágulo del
Génesis alojado ahí. Voló el esperma
del asombro.


Gonzalo Rojas en Concierto, la antología que preparó Nicanor Vélez en 2004 para Galaxia Gutenberg, páginas 48-49.

Hoy me he enterado de que el magnífico poeta Gonzalo Rojas falleció antes de ayer con noventa y cuatro años y rápidamente he ido a mi biblioteca a leer alguno de sus poemas, los que tenía señalados como mis favoritos, entre otros este "Adiós a Hölderlin" que también es un adiós a Rojas, ambos poetas para siempre a la intemperie.

"Poeta a la intemperie -se definió el propio Rojas- y desinstalado en el mejor sentido, siempre fui un movedizo y hasta un errante, y sólo amé la libertad con todos sus riesgos. Más que geómetra equidistante fui un anarca conforme al término esclarecedor del viejo Ernst Jünger. Disidente y nunca obsecuente, mi pasión fue la búsqueda; la búsqueda del absoluto. Por eso no fui hombre de la adhesión total y estuve lejos del sectario. No me instalé con negocio alguno en cuanto a ortodoxia. Así y todo luché contra la injusticia y creo haber sido un testigo de mi pueblo y de mi tiempo".