Nocturno II

Está claro que ya no va a acercarse
otro pétalo herido hasta mis dedos,
buscando mimos u oídos.


Ya es tarde.

Los bares se agarran al cerrojo,
las calles engullen sus aceras
y se embalsaman en casa los deseos
alineados y expectantes en sus tumbas.

Sólo las breves alimañas de la noche,
los insectos que comen de la sombra
se retuercen entre pétalos marchitos.
Se deshacen y se duelen.
Hasta el viento que digiere la distancia,
se fue a dormir.

Elisa Berna Martínez